La luz azul, presente en el sol y prácticamente en todas las fuentes de iluminación artificial a las que estamos expuestos como pantallas y teléfonos móviles, provoca en la piel un efecto similar a los rayos UVA.
Gestos como caminar o comer pueden causar dolor a quienes tienen la dolencia. Su característica más visible es que su dermis no se mantiene suficientemente adherida al cuerpo por carecer de algunas proteínas.