La luz azul, presente en el sol y prácticamente en todas las fuentes de iluminación artificial a las que estamos expuestos como pantallas y teléfonos móviles, provoca en la piel un efecto similar a los rayos UVA.
Investigadores del Laboratorio de Fotobiología de la Universidad de Málaga, que dirige el catedrático de Dermatología Enrique Herrera, conscientes del alto grado de exposición a este tipo de radiación, incrementado por la actual pandemia de la Covid-19, han desarrollado una herramienta de prevención que predice el grado de pigmentación cutánea que podría producir la luz azul.
“El aumento de radiación azul a la que nos vemos expuestos como consecuencia de los nuevos hábitos de vida de la sociedad moderna, caracterizados por altos tiempos de uso de dispositivos móviles y ordenadores bajo una iluminación interior en su mayoría tipo LED, nos ha llevado a plantearnos si estamos expuestos a unas dosis que podrían provocar un trastorno en la pigmentación de nuestra piel”, explican los profesores de Dermatología José Aguilera y María Victoria de Gálvez, miembros del equipo científico de este estudio, que ha sido presentado a la reunión andaluza de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), celebrada en formato virtual a principios de marzo.
Los investigadores de la UMA han diseñado una ecuación de referencia a partir de los valores promedio de exposición a cada tipo de fuente, que permite estimar los porcentajes de contribución en cada caso y determinar si alguna de ellas presenta un impacto en la piel muy superior al resto.
El sol, la fuente de luz azul que más pigmenta
Así, han constatado que el sol es la fuente de luz azul que más pigmenta, por su intensidad y por la duración de las exposiciones diarias. Sin embargo, los expertos alertan de que, en términos generales, se pasan muchas más horas bajo fuentes artificiales de luz azul de tipo LED, que aunque su potencial de generación de pigmento es menor, también hay que tenerlas en cuenta, porque se van acumulando.
“Esto significa que a las distancias de exposición de los dispositivos más comunes como los móviles, a 20 centímetros; las pantallas de ordenador, a 60 centímetros, y luz led artificial, a 1,5 metros de distancia; el número de horas necesarias para producir incremento de melanina en la piel, o pigmentación permanente, sería alrededor 50 horas seguidas, algo que en condiciones normales no se produce”, señalan los investigadores.
No obstante, añaden que si la exposición individual a estos dispositivos es baja, hay que tener en cuenta que es acumulativa, por lo que hay que sumar a la exposición al sol, la luz artificial y la de móviles y pantallas.
Herramienta de prevención
Con todo, los científicos del a UMA han desarrollado una calculadora de potencial estimulador de melanina según el lugar, el tipo de fuente de luz a la que nos exponemos y las horas de exposición que tengamos. “Se trata de una herramienta de prevención, fácil de utilizar, que permite determinar nuestra actuación frente a estas fuentes de iluminación”, aclaran.
Actualmente esta herramienta se encuentra en fase de diseño de los primeros prototipos.
Los fotoprotectores frente al azul
También se ha analizado el grado de fotoprotección frente al azul en una veintena de cremas solares diferentes del mercado. Según aseguran estos investigadores, los fotoprotectores actuales, enriquecidos con óxidos de hierro y otros filtros minerales, contribuyen a una disminución significativa de la penetración de luz violeta y azul en la piel, por lo que un fotoprotector con color sería efectivo para protegerse de estas radiaciones de visible de alta energía en caso de personas de alta sensibilidad a la generación de pigmentación.
Premio de la Academia Española de Dermatología
‘Predicción del grado de pigmentación cutánea por luz azul procedente del sol, iluminación artificial y dispositivos móviles. ¿Nos protegen frente a la luz azul los fotoprotectores actuales?’ ha recibido el Premio al Mejor Estudio de Investigación de la Sección Andaluza de la AEDV, entre un total de 69 trabajos presentados Los investigadores Cristina Sánchez, Alba Solís y María José Moriana, del Departamento de Medicina y Dermatología; y Alfonso Gago y Enrique Navarrete, del de Expresión Gráfica, Diseño y Proyectos, son los otros miembros del equipo científico multidisciplinar que ha desarrollado este estudio.